Notas de Teatro - 19/9/2008

"Mujeres eran las de antes”
Cuatro mujeres, una obra. Una chica reprimida y su madre “sargento”; otra chica en problemas y una tía descocada.

Todo sucede en la casa de Petrona, una costurera de pueblo y Rita, su hija. Petrona además controla de manera rudimentaria y casera la demografía del lugar.

Aparece Bertina, la linda y coqueta, abandonada aparentemente por un cantor de tangos que visitó la ciudad en una gira. También en los dichos aparece Pedro, el yugoslavo, objeto de amor de Rita. Mientras tanto entre Petrona y su hermana Felisa hay un secreto del pasado, que ocupa el lugar de lo no nombrado.

La situación se produce en los años 40, en un pueblo del Interior, tal vez en la provincia de Santa Fe, aunque no estamos seguros. Las cuatro mujeres están correctamente vestidas y maquilladas en el estilo de la época, y hay continuas referencias a “la guerra en Europa”.

También hay en Petrona una sabiduría de comadre, que se acerca a su conocimiento sobre la cría de gallinas. En Rita, hay una supuesta fe, sólo para encubrir su timidez, y en su rival, Bertina, toda la seducción “sin prevenciones” de una chica de 20 años.

La tía, Felisa es un caso aparte, protege a veces a su sobrina, y a veces a la otra chica. Pese a sus cuarenta largos va a bailar todas las noches a “la milonga” del pueblo, y tiene variados amantes. Sin embargo, no se sabe por qué nunca se casó.

La autora, Patricia Suárez escribió la obra, pensando en sus abuelas, mujeres fuertes e independientes del yugo de los hombres, mucho antes de la llegada del proclamado feminismo.

Es en ese sentido, una obra sobre un matriarcado rural y en cierto modo arcaico, el que sostiene Petrona, cuya contracara es Felisa.

Las actuaciones de las cuatro mujeres están muy bien. Y saben llevar a cabo todos los modismos de la época, y hasta el tono campechano. Hay duelos, entonces entre las dos jóvenes y las dos mayores. Rita (María Forni) y Bertina (Eugenia Lemos) luchan por el mismo amor, mientras que Petrona (Raquel Albéniz) y Felisa (Stella Brandolín) se sacan chispas por enfrentar dos modos de concebir el lugar de la mujer en esa sociedad pueblerina.

También se destaca el diseño de iluminación de Edgardo Dib. El vestuario, ya mencionado, se ajusta a cada carácter y clase social de las mujeres. La direcciòn de Corina Fiorillo lleva adelante esta historia pequeña, de pueblo, al seguir la huella de un teatro realista, algo ya inusual en el Off porteño, pero adecuado al texto de Patricia Suárez, que incluso dentro del drama, tiene momentos de grotesco humor.
Silvia Urite - Notas de teatro
por Silvia Sanchez Urite



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