La Nacion - 12/08/2007

Historias mínimas y sensibles
El fruto es una obra extremadamente sensible, es una postal con vida, un documento de la vida que llevaban aquellas madrazas de campo de los años 40. Son historias íntimas que estas mujeres comparten hasta donde la lealtad o su moral se lo permiten. Sus vidas giran en torno a sus hombres y a sus trabajos, y sus charlas están embebidas de comentarios pueblerinos, hijos, familia, hombres, animales y enseres. En estas situaciones se ponen de manifiesto aquellos rangos familiares enraigados, el respeto, la autoridad, el valor de la religión y los prejuicios.
La pieza que escribió Patricia Suárez tiene una importante riqueza de dichos populares y de la época con un cruce de aires que resultan cercanos a Fray Mocho, Payró y Florencio Sánchez Por momentos, su pieza transita por el grotesco o el sainete tardío, para desembocar en el melodrama rural.
Corina Fiorillo tiene la gran virtud de haber logrado que el lenguaje coloquial de la época, empleado desde la escritura, pueda ser dicho en forma natural y fluida. En escena se ve amor por este trabajo. Trazó una puesta sencilla y apostó al trabajo actoral.
Cabe destacar la labor de Raquel Albéniz,es una actriz potente capaz de conducir la acción y de conmover. Por su parte, María Forni interpreta con soltura, seguridad y emoción a su frágil Rita.
Hay una fuerte presencia milonguera en la música que intercepta la trama y la enriquece, mientras que la puesta de luces de Carlos Ianni trabaja para dotar de intimidad a la escena.
PABLO GORLERO - La Nación.